Si el amor está ordenado, no es amor. Si la palabra está justa, esa palabra miente. Por eso amo quererte como te amo, totalmente desordenado.
Te quiero. Ridículamente te quiero. Firme, fervientemente te quiero. Te quiero hasta por detrás de tus orejas, te quiero cuando transpiras y cuando vives. Te quiero. Extremadamente... te quiero.
Hoy... enredadamente te quiero. Te quiero desde el paladar, desde las entrañas, desde la fuerza de mis piernas y desde la cintura que aguanta... que aguanta el peso de tu amor.
Te quiero, te quiero horrible, te quiero hermoso. Te quiero, te quiero dentro. Te quiero desde el sol que achina tus ojos, desde el frío que encoje tus hombros, te quiero hasta ningún lugar... y en ese lugar, que no es ninguno, te amo.
Fuertemente, desesperadamente, escalofriantemente... te quiero. Me he descubierto llena de músculos que luchan en tu nombre, por tu pecho, por tu latido.
Te quiero menos de lo que te amo. Te amo por quererte o por hacerme querer. Te amo. No quisiera quererte más de lo que te quiero, ni menos de lo que te amo.
Te quiero porque me haces inmune al odio, a la pena, al dolor. Te quiero desde que te levantás hasta que te volvés a levantar. Te quiero todo el tiempo, todas las horas y todos los años... te amo. Mañana a las cinco y cuarto estaré queriéndote como ayer a las doce y cinco. Y el año que viene en Agosto, alguna noche... estaré amándote, como el año pasado en Septiembre.
Te quiero... perdón, te amo. A veces sé porqué, otras veces no tengo la menor idea. No es mi intención desilusionarte... pero no te quiero en las flores, en las sonrisas, o en las fiestas. Te quiero absolutamente todo el tiempo, todo el tiempo que te amo.
Te amo porque te quiero, te quiero porque te amo. Egoístamente te amo, quizás sola, quizás no. Eso no importa, porque amo quererte como te amo. Y si ésto no se entiende bien, significa que está funcionando.
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